Pues… como os iba diciendo…
Sigo viendo las noticias, me sigue espantando el canibalismo del hombre y, supongo, sigo consumiendo la porción que me toca.
Si, si, que soy consciente y desde luego tan sólo es mi opinión, los hombres, por mucho que lo neguemos, consumimos, a bocados, pequeñas o grandes cantidades de lo que llamamos compañeros de viaje.
Los más osados… no, los más bestias, se comen a tortazos, a golpes o cuchillo en mano, a la que eligieron como compañera. Otros, piden el corazón como muestras de amor. Muchos, machacan el hígado de quienes le rodean y, casi todos, tiramos un poco de la cuerda para conquistar terreno.
Jajaja no voy a mencionar a los banqueros que se comen nuestros huesos, ni a una adormilada… ¡ anestesiada! conciencia que olvida a los muchos que mueren de hambre, eso si, lejos de nuestra mirada. Es un alivio no verlo. Podemos dejarla dormir “tranquila”.
Vaya, vaya, Gloria se nos presenta tarde y encima con reflexiones del tres al cuarto…
Pues…no, Gloria viene contenta. Ha vivido el momentazo de ver nacer a Aitana.
Nació con tres kilos y seiscientos cincuenta gramos. ¡Con cincuenta y nueve centímetros de largo! Y una carita de ojos abiertos que despertó todos mis instintos caníbales. Me la hubiese comido a besos y achuchones. Aitana, es mi nieta ”política”, aunque mi corazón le quite la palabra encodillada. Cosas de la vida, no mencioné su llegada al mundo y, hoy, descubro a la sociedad, que son tres y nos dos los nietos que se abren paso en mis sentimientos de abuela.
Pensando en ellos, en mis cuatro nietos, reflexionaba sobre el ”mundo” al que vienen, al que les estamos dejando.
Muy a propósito no he mencionado el alma … esa, la defiendo a capa y espada. Está reservada para los que amo.